Los hilos tensores no necesitan ningún anclaje ni sutura, lo que hace que el proceso sea rápido y sencillo. De hecho, las sesiones se llevan a cabo la anestesia local a base de micro inyecciónes de lidocaína, o, dependiendo del caso, con anestesia local aplicada mediante una crema anestésica— y suelen tener una duración de entre 20 y 30 minutos. El proceso es indoloro y no precisa de hospitalización. En el caso de los tratamientos corporales, que abarcan áreas más amplias, es posible que el experto decida repartir el proceso en más de una sesión.
Tras su finalización, y solo en algunos casos, puede aparecer una inflamación leve en la zona tratada y pequeños hematomas, que desaparecen a la semana. Hay que evitar masajear, rascar o tocar la parte en la que se han colocado los hilos durante 2-3 días posteriores y no exponerse al sol en las primeras semanas. Asimismo, se aconseja no hacer deporte a lo largo del primer mes, para no sufrir posibles golpes en la cara.
Si bien los primeros efectos son visibles al cabo de una hora, el resultado óptimo se consigue 3 meses después de la implantación de los hilos mágicos. A pesar de que el organismo los reabsorbe en un plazo de 6 a 8 meses, su efecto reafirmante se mantendrá durante un año o un año y medio, dado que la envoltura de colágeno subcutánea que se ha generado permanece. En algunos casos, la duración puede prolongarse hasta los 2 años.