La mirada y su entorno, son los puntos focales de todo el rostro, donde se sintetizan las emociones, los estados de ánimo y los signos del paso del tiempo. Por estas razones siempre ha existido un especial interés en mantener este área joven y hermosa, tanto en mujeres como en hombres, a todas las edades.
Hoy en día existe un gran número de procedimientos quirúrgicos para rejuvenecer y embellecer la mirada y su entorno (blefaroplastia, elevación de cejas con dispositivos reabsorbibles, cantopexia, lifting temporal endoscópico, corrección del surco de la ojera con reposición de bolsas grasas o con implantación de grasa o colocación de materiales prótesicos). Sin embargo, tenemos pacientes que no ameritan procedimientos tan invasivos por ser muy jóvenes o bien por otras circunstancias, o que no desean o no pueden someterse a cirugía (miedo, contraindicación quirúrgica etc.).
¿Qué es lo que les podemos ofrecer nosotros, médicos estéticos, mediante procedimientos poco o no invasivos?
Como siempre, debemos tener un adecuado conocimiento antropométrico y anatómico de las subunidades faciales y de las proporciones de las mismas entre si.
Cuando un paciente llega a la consulta y nos explica qué áreas de su rostro quiere mejorar, debemos oírle atentamente mientras analizamos sus rasgos faciales y planificamos las posibles modificaciones o mejorías que podríamos ofrecerle.
Una vez aclarado por parte del paciente cuáles son sus expectativas, y después de un examen físico donde evaluamos distintos parámetros como: tipo de piel, elasticidad de la piel, grado de flacidez, presencia de manchas, arrugas, posición de las cejas, blefarocalasia, bolsas palpebrales, surco de la ojera, etc., pasamos a plantearle qué posibilidades hay de mejorar su problema y cuáles son las técnicas, quirúrgicas o no, que podríamos ofrecerle.